Cría Cuervos (1975) es una película dirigida por Carlos Saura, con la interpretación de Ana Torrent, Geraldine Chaplin, Mirta Miller, Florinda Chico, Mónica Randall, Héctor Alterio, Josefina Díaz, Germán Cobos, Mayte Sánchez, Conchita Pérez... La fotografía es de Teodoro Escamilla, y la producción de Elías Querejeta. Fue ganadora del Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes.
La película, dirigida y escrita por Carlos Saura, es un trabajo muy personal que guarda un estilo o parentesco común con otras películas del director como La prima Angélica, Mama cumple 100 años, El jardín de las delicias o Ana y los lobos. En todas estas películas aparecen como temas principales los recuerdos y la familia, con una extraordinaria descripción de la psicología de los personajes.
Ya en los títulos de crédito de Cría Cuervos van apareciendo diversas fotografías, que aluden a los recuerdos, y a lo largo de la película tienen mucha importancia los retratos y fotografías que aparecen constantemente (desde las fotografías antiguas frente a las que la abuela paralítica pasa horas, a las fotografías que observa la niña con gran interés en la habitación de su madre, los marcos con fotografías que abundan en la decoración de la casa, o los retratos que guarda la tía en cajas).
La familia de Cría Cuervos es descrita como una familia de militares, de buena posición, en un ambiente opresivo.
En Cría Cuervos, además de los recuerdos y la familia, está como tema muy importante la infancia. Afronta la infancia desmintiendo el tópico del “paraíso infantil” o la “inocencia o bondad natural del niño”. Es una etapa negra, llena de temores y miedos, y que pude llegar a ser muy cruel para un niño según las circunstancias que este tenga que vivir.
La protagonista de Cría Cuervos es Ana, una niña de unos 8 años (que vive con sus dos hermanitas, su estricta tía Paulina y tutora, su abuela paralítica y la chacha) cuya psicología se ve muy afectada por la muerte de su madre, una mujer infeliz que deja su carrera de pianista por un hombre que resulta serle infiel, y que muere sin amor y padeciendo de unos grandes dolores. La niña, que se siente muy identificada con su madre, termina odiando a su padre, llegando a negarse a darle un beso, como su tía le ordena en el velatorio cuando éste muere poco después.
Ana, en su mundo de fantasía, imagina a su madre, e incluso habla con ella y la escucha. Las únicas veces que sonríe y esta feliz en la película se dan cuando está con su imaginaria madre, aunque ésta la regañe. Pero conforme va pasando el tiempo y se imagina más veces a su madre, va sonriendo menos, asimilando poco a poco que es fantasía, hasta que un día se pone a gritar en la cama ’’Mamá, mamá’’ y al ver que no viene su madre (su imaginación), sino su tía, se pone a llorar desconsoladamente y a decir que se quiere morir.
También cree que tiene poder sobre la vida y la muerte de los demás, ya que posee un bote de bicarbonato del que está segura que es veneno. Éste se lo ofrece a su abuela paralítica (con la que se identifica bastante) tras preguntarle si se quiere morir y responder esta afirmativamente; pero a quién se lo suministra finalmente es a su tía Paulina, a quién odia a su manera. Y quedará muy desconcertada al ver que su tía no ha muerto como esperaba.
El tema de la muerte es un tema constante, un tema que obsesiona a la niña. El tema aparece continuamente: con la muerte de la madre, el cuerpo del padre en el velatorio, el propio suicidio que imagina la niña tirándose desde el tejado de la casa, el personaje de la abuela que espera a la muerte viviendo en el sinsentido, el poder de matar representado en el bote de bicarbonato, los deseos de la protagonista de que muera su tía Paulina, las preguntas que hace la hermanita pequeña sobre la muerte a su hermana mayor, las armas y la pistola que su padre le regala y con la que apunta un día a su tía, la muerte del conejo que tienen las niñas como mascota…
La figura de la chacha fiel (Florinda Chico) es muy calida, le transmite una gran confianza a la protagonista ya que es la persona que más cosas sabe de su madre. Es una mujer muy carnal, a la que tampoco le cae en gracia la tía, y quien le habla a Ana sobre las cosas de las mujeres, e incluso le enseña sus grandes pechos un día que la niña se lo pide.
Ana es la mediana de sus hermanas, las niñas están de vacaciones y bailan (la canción Porqué te vas, que puso de moda la película); se disfrazan y pintan con la ropa y maquillaje de la tía, la protagonista lo hace de una manera muy sentida, quiere que el tiempo pase y salir de allí; juegan con los muñecos, Ana lo hace con una muñeca con la que se proyecta y a la que regaña diciéndole que es mala; juegan al escondite de una forma un tanto perversa, simulando dos de ellas estar muertas y la otra rezando a los cuerpos; pero finalmente, y a muy pesar de las niñas, terminan las vacaciones y tienen que volver al colegio. En este plano las niñas se funden entre la multitud de niños expresando la alienación (es el último plano).
La película se desarrolla a través de un flash-back de los recuerdos de infancia de Ana a los 29 años. Esta secuencia, casi al principio de la película se resuelve cuando está la niña en el sótano buscando el bote de bicarbonato y la cámara se desplaza hasta encuadrar a la Ana de 29 años, que se encuentra en ese mismo sótano contando la historia. Esta mujer es la misma actriz que hace el papel de su madre (Geraldine Chaplin, hija de Charles Chaplin, mujer entonces del director y actriz en varias de sus películas).
La iluminación es expresionista (dentro de la casa) y naturalista (en los espacios exteriores). La iluminación dentro de la casa la convierte en un lugar amenazante y claustrofóbico. La claustrofobia se manifiesta también en el sentimiento de la niña, de que el tiempo le pasa muy despacio y no puede salir de allí, de la infancia, de la familia. También se manifiesta en la jaula dentro de la cuál esta el conejo, la piscina vacía dentro de la cual juegan las niñas, el ataúd del padre, la casa donde están todos (el amante le dice a la tía que tiene que salir más), la nevera en la que están las patas de gallina a las que se les da tanta importancia en la película.
Las patas de gallina aparecen varias veces, incluso se les dedica dos zoom a lo largo de la película, tienen un paralelismo con las garras de los cuervos (del título), y con la muerte ya que son las patas de un animal muerto.
Otro zoom es el que se le dedica a Amelia en el velatorio del padre dándonos a entender que era amante del padre, cosa que se verificará posteriormente a lo largo de la película.
Hay varios zoom más como el que se podrece cuando la niña se imagina su suicidio y se ve desde el jardín a ella misma en el tejado.
La iluminación expresionista dentro de la casa hace que el color rojo se vea con gran fuerza, produce mucho contraste el rojo de las sabanas de sangre de su madre, y también destaca el jersey rojo que lleva la niña a diferencia de los trajes en tonos grises, azules, etc. que usan los demás personajes.
Es una película ambientada en 1975, el mismo año de la muerte de Franco. Los personajes viven en una gran casa de Madrid y tienen ciertas peculiaridades españolas como la abuela que escucha canciones de Imperio Argentina; el carácter tan típico español que tiene la chacha tan afectuosa y espontánea; o la represión de entonces que muestra la tía Paulina, que pretende ser tan correcta y ordenada.
María Pilar Bielsa Arbiol
7 de abril de 2010
buena información, me hubiera gustado que hubiera detalles de las canciones de la película.
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